miércoles, 7 de marzo de 2012

Material francés en Malvinas: los aviones Super Etendard y la integración del misil antibuque Exocet

Tres días y dos noches en el hangar verde.

Durante la guerra de Malvinas, un reducido equipo de técnicos franceses ayudó a los argentinos a implementar el uso de los misiles antibuques Exocet. Las revelaciones…


"Una discusión ocurre entre H.C., jefe de la misión, X.G., su especialista en electrónica para los sistemas de armas de los Super Etendard, y yo, especialista en electrónica para la central inercial Sagem, cuenta nuestro testigo C.L. Comprendo que H.C. y X.G. ya se pusieron de acuerdo para tratar de realizar solos las pruebas de validación de los Exocet. Ellos me piden mi opinión porque no conocen bien el nuevo sistema ULISS 80 del Super Etendard argentino: «Hemos ido a ver esta mañana al comandante Colombo para proponerle nuestros servicios y él está de acuerdo. ¡Te queda a vos decidir! Si aceptas, andá a decírselo. Si no, lo intentaremos sólos…"

"A sus órdenes"

Salgo del hangar. Hace aún calor en este principio de abril y me quedo pensando en la pista de rodaje de los Super Etendard: "¿Qué hago?" No recibí absolutamente ninguna instrucción ni orden de nadie. Concluyo que hemos sido olvidados y somos libres de decidir, es decir, se olvidaron de nosotros voluntariamente para poder cumplir con nuestra misión de asistencia técnica. "O.K., me enviaron aquí para hacer mi trabajo, vamos". Y vuelvo nuevamente al hangar, paso por delante de H.C. y X.G. diciéndoles que voy a ver al comandante».
Podemos preguntarnos si nuestro testigo no estuvo influenciado en su toma de decisión por elementos exteriores, como el entusiasmo popular que lo rodeaba entonces.
Esto jugó a favor muy probablemente, reconoce C.L. Los mensajes permanentes en la radio, spots llamativos en la televisión, los oscurecimientos totales por la noche en toda la ciudad en general, se tiene ganas de ayudar al que, en los papeles, parece el más débil…
C. L. sube al primer piso de las oficinas de la 2º escuadrilla, ve a lo largo del pasillo que domina el hangar y llama a la puerta de la Oficina del comandante Colombo.
"Buenos días comandante. ¿Puedo hablarle?
- ¿Cómo le va señor C.L.?
- ¿Bien y usted, comandante?
- Muy bien. ¿Cómo va con los equipos navales en el casco del portaaviones?
- Eso ya está comandante, terminamos las instalaciones justo esta mañana, y todo funciona bien.
Pero falta hacer las calibraciones en el mar tomando velocidad durante una próxima salida.
Comandante, acabo de ver a H.C. y X.G, y hablamos. Quiero decirle que también soy de la partida para ayudarlos si es necesario.
- Oh, muy bien señor C. L., le agradezco mucho. En ese caso, con esos señores, vayan a ver a los TN C.R.M y J.J.R.M., que tomaron los cursos de armero en Aérospatiale Missiles, y vea con ellos si es posible ayudarlos a realizar las pruebas de validación del Exocet sobre nuestros cinco aviones.
- De acuerdo, comandante".
Fin de semana de Pascua, entre el 9 y el 11 de abril: con H.C. y X.G. así como con los dos pilotos armeros argentinos, C.R.M y J.J.R.M., trabajamos intensamente en la validación del Exocet de cada avión, haciendo todas las pruebas necesarias con los equipos de control que descubrimos, el equipo lanza misiles de 1º y 2º grado, los cables de control de tiro y encendido, el equipo Arinc, el dispositivo que usa el piloto y el tanque subalar izquierdo de 1 100 litros. Es fastidioso porque no conocemos bien el armado del sistema Exocet y casi nada de los procedimientos de validación de misiles.
Es necesario leer, releer y comprender los manuales de Aérospatiale Missiles que vemos por primera vez, para realizar las pruebas, empezar de nuevo cuando los resultados son malos, cambiar cajas, etc. Esto toma horas, hasta muy muy de noche, y nos ponemos nerviosos.
El primer avión nos lleva mucho tiempo porque vamos aprendiendo a medida que avanzamos. Los pilotos armeros argentinos tienen informaciones valiosas y participan como pueden pero no recuerdan bien todos los detalles. Cada 2 horas, el teléfono suena desde el estado mayor de la Marina. El comandante Colombo y su segundo Bedacarratz no dejan de venir a vernos para preguntarnos si necesitamos algo. Está todo el mundo en el hangar mirándonos a los cinco trabajar bajo cada avión. Cada uno trata de ayudarnos a su modo.

Página por página.

Si nuestro testigo no hubiera tomado esta decisión, ¿los argentinos habrían quedado impedidos de lanzar los Exocet durante la guerra de Malvinas?
"No puedo responder a esa pregunta, recuerda C.L. Mis colegas H.C y X.G. no
conocían bien el sistema ULISS 80. Tiendo efectivamente a creer que ellos
habrían tenido éxito sin mí pero nadie puede decirlo. En cambio, creo que, sin nosotros, los dos pilotos armeros argentinos no habrían tenido éxito. Pero eso también, nadie puede afirmarlo. En ambos casos, tengo ganas de decir que habrían tenido éxito sin mí porque, en alguna parte, esto me tranquiliza".
Estos dos pilotos habían hecho en Francia las prácticas en Aérospatiale Missiles. Uno se transformó en almirante de la marina argentina. Ellos dos eran muy jóvenes. Es con ellos que pasamos tres días y dos noches trabajando sobre esos cinco Super Etendard, para tratar de comprender, en los manuales de la empresa que se leía página por página, y con los equipos de pruebas.
Y doy vuelta la página, leo y releo para comprender bien, aprieto en tal o cual botón o en tal equipo de pruebas, subo al avión para ver si esto funciona como dice el manual, miro a través del visor, mido bajo el ala del avión la señal que llega, empiezo de nuevo porque esto no pasa como dice el manual, hablo con los colegas para que cada uno de su opinión sobre el modo de hacerlo, etc. Creo, a pesar de todo, que se les ayudó verdaderamente durante esos días para poner a punto sus aviones.
El 11 de abril por la tarde, acabamos por poner cuatro aviones "listos para volar", validando el "misil". No así con el quinto avión, ya que se canibalizaron muchos equipos para salvar los problemas en los otros cuatro aviones (1).
El conflicto avanzaba. Los aviones de caza y los bombarderos se desplegaron sobre las bases del sur para estar más cerca del teatro de operaciones y achicar la distancia que hay que salvar entre el continente y el archipiélago. Los Super Etendard fueron a Río Grande.
Propusimos a Colombo, si él lo deseaba, ir hacia allá para asistirlos. Él se negó y nos respondió: «Si hay problemas, les enviaremos los componentes para que traten de arreglar lo que se pueda. Pero se quedarán en la base de Espora». Una vez que partieron los aviones hacia el sur, no tuvimos más noticias de nada.
Hasta que nos enteramos por la radio argentina de la situación del Sheffield que acababa de ser tocado por un Exocet argentino (el 4 de mayo, tres días después del comienzo de los combates aeronavales). Todos teníamos nuestras radios, comprada localmente, para escuchar noticias del conflicto en Radio France International, nada fácil por cierto.
La guerra terminó a mediados de junio. Pero en mi caso, mi misión inicial duraba seis meses, y había vuelto a Francia alrededor del 20 de mayo.


Fuente: Le Marin ediciones de diciembre 2010 y enero 2011
Traducción: Hernán Favier